“Cosecharás lo que has sembrado”.  “Recibirás en función de lo que hayas dado”. Frases como estas son representativas de  la Ley Universal de Causa y Efecto. Muchas veces nos pasan cosas que acostumbramos atribuir a la “mala suerte” siendo que la mayoría de las veces estos eventos simplemente son lecciones de la vida para alcanzar y crecer en auto realización y crecimiento espiritual.

Se trata de lo que nos viene de vuelta a partir de nuestras acciones, tengamos o no conciencia de ellas.  Las leyes del karma están energéticamente equilibradas y buscan siempre resolver y reconciliar. El karma no es una persona ni una figura divina sentada delante de nosotros para juzgarnos. Es una energía impersonal que fluye y necesita equilibrarse antes de continuar. Una vez que el karma se libera hay que dejarlo ir con amor y perdón y no va a repetirse necesariamente. Experimentaremos la sensación de tener el corazón más liviano y seremos capaces de movernos hacia niveles superiores una vez que el viejo karma y sus patrones ya no nos estén reteniendo.

Generalmente la palabra karma se asocia con algún acontecimiento considerado negativo o malo o con la idea de que vamos a sufrir a causa de una lección no aprendida.  Trascender el sufrimiento invocando la Gracia y la conexión espiritual, recibiendo su guía y apoyo

Constituye un gran paso para alcanzar la serenidad y la paz. Si aceptamos la voluntad y la sabiduría divinas, la experiencia de vida será algo verdaderamente gozoso.

Ejercicio : Recordemos algún acontecimiento de nuestra vida en que particularmente nos sentimos víctimas de la mala suerte. Evoquemos nuestros sentimientos en ese momento, qué hicimos para resolverlo y cómo salimos de eso. ¿Aprendimos algo? Mirándolo retrospectivamente con todo lo que sabemos hoy ¿que podríamos decir al respecto?