Las interferencias negativas producen daño. Bloquean los aspectos de autodeterminación y libre voluntad en nuestra vida y obstruyen la manifestación de su propósito. Esta puede ser la fuente del pensamiento obsesivo negativo, la enfermedad, la depresión, las dolencias físicas, la fatiga y de una vida llena de miedos.

La mayor parte de estas interferencias negativas con las que tenemos que enfrentarnos en nuestra vida ocurren porque no comprendemos nuestros campos energéticos (nuestra mente y nuestro cuerpo), cómo funcionan, y en consecuencia se produce un desequilibrio en nuestra capacidad de vivir en armonía con las leyes de la naturaleza.

El ego puede caer en las trampas de la proyección, la culpa, el miedo y la victimización.

La mejor autodefensa psíquica consiste en crear un escudo de poder personal y maestría psicoemocional. Si estamos preparados y empoderados con estos conocimientos experimentaremos estas energías de transformación de una manera más suave.

Ejercicio                                                    

Lo primero que podemos hacer es no reaccionar ante los ataques, permanecer neutrales, desapegados, con disposición amorosa a perdonar, intentando mantener una divina indiferencia, apartados de todo juicio y carga emocional.

Comencemos nosotros por evitar los entretenimientos violentos, los chismes y los apegos emocionales negativos.  Tratemos de alinearnos con nuestros propósitos espirituales

Hacer esto mejorará nuestra calidad de vida en la experiencia cotidiana haciéndola más suave, gozosa y espiritualmente conectada.

A las personas que nos atacan enviémosles amor y sanación que esto nos volverá, ya que todo tiende a alcanzar el equilibrio. Si enviamos odio, manipulación y  dolor a otros esto nos volverá, aunque nos demos cuenta de ello o no. Usar la manipulación con fines egoístas no contribuye a lograr la paz interior o el crecimiento espiritual, lo que sí logrará es atraer e incrementar la negatividad en nuestra vida.