El mundo como lo conocemos hoy, funciona gracias a la gigantesca devoción de las personas que vivimos en el, hacia la escasez. Nuestras mentes tienen un hábito y de ahí todos nuestros males.

Cuando hablamos de escasez podemos sentir que están sustituidas nuestras costumbres saludables y genuinas por estrecheces que no nos permiten vivir bien. Sólo a causa de ver con un solo ojo.

Desde la historia del Universo pasando por la historia de la ciencia todo ha estado favoreciendo este estado de cosas. Donde los más poderosos y ricos todavía no sienten satisfacción. Algo nos está pasando, algo nos está faltando.

Nos han cambiado el orden de lo que es prioritario: lo sagrado, el amor, la belleza, el juego, la intimidad, la aceptación, el escuchar, atender. Y de ahí surgen los hábitos de escasez: de tiempo, de dinero, de atención, de aceptar con amor al otro, la manipulación, codicia, pereza.

Sólo con un simple cambio en nuestra percepción y sin mayores sacrificios podríamos vivir todos los seres del planeta en un mundo de abundancia. No son historias románticas. ¿Qué estamos haciendo?