El Reiki nos ayuda a despertar la atención en nosotros mismos, en nuestras sensaciones, emociones, pensamientos, sentimientos. Esa observación y atención profunda de nuestra condición física, mental, emocional y espiritual, nos conduce a un autodescubrimiento, un autoconocimiento y un autorreconocimiento, a partir de los cuales podemos realizar una verdadera transformación interna.

El Reiki también desarrolla nuestra atención con el mundo que nos rodea y con los otros, tornándonos más receptivos y sensibles. Estar atentos a los sucesos del mundo nos ayuda a seguir nuestro camino en la vida con claridad y seguridad, y estar atentos a las otras personas nos permite darles lo que verdaderamente necesitan para su crecimiento en cada momento. Recordemos que el estar desatentos es la mayor causa de infelicidad y sufrimiento.

Desarrollar esta atención con nosotros, con el mundo, con los otros, nos permite ser verdaderas palancas vivas, y poder transformar desde nuestro centro, todas las situaciones favorables o desfavorables, positivas o negativas, en verdaderos aprendizajes con un sentido afirmativo para nuestra vida.

La atención, igual que la palanca, nos permite aprovechar al máximo nuestra capacidad y energía, obteniendo máximos resultados con un mínimo de esfuerzo, y así ser auténticos canales de transformación y transmutación.

El estar atentos no debe cansarnos mentalmente, porque no se trata de un ejercicio de la mente, sino que es un estado de relajación en el cual la mente se pone receptiva y perceptiva. En los tratamientos, el desarrollo de la atención es importante para discernir las sensaciones que tienen que ver con nosotros y las que tienen que ver con el otro; de este modo, podremos realizar una práctica clara, libre de confusiones y proyecciones, y proporcionarle al otro una devolución ordenada y útil