Cuando el ojo no está bloqueado

En la silenciosa compañía del universo siente cómo todo tu ser fluye libremente. Desde lo alto de las estrellas escucha cómo resuena tu nombre una y otra vez. ¡No dejes que el llamado sea en vano! Abre tu corazón al amor que disipa los temores. Si confías en el amor tu corazón podrá sanar. Elige vivir tu vida plenamente hasta el fin de los tiempos, en paz y unidad, sin culparte por el pasado y sin tener miedo a las cosas que vendrán. Tanto la meditación así como también la oración nos ayudan a centrar nuestra mente en el momento presente, a tranquilizarla y a serenar nuestro espíritu. En una palabra ambas favorecen nuestro regreso a nosotros mismos, a “casa”. Establecer la costumbre de dedicar un tiempo para practicarlas cada día puede traernos grandes beneficios y mucha paz.

La meditación nos permite desacelerar el flujo de los pensamientos por la mente aquietándola, serenándola, dándonos paz. Observamos lo que está pasando por la mente sin emitir juicios ni opiniones, reconocemos su existencia, dejando de lado pensamientos del pasado y suposiciones, enfocándonos en el aquí y ahora. Contemplamos todo, lo aceptarmos como parte de nosotros, nos reconciliamos y perdonamos…

La meditación expande nuestra conciencia en relación con todas las áreas de nuestra vida. Nos ayuda a darnos cuenta de la realidad del momento presente por medio de nuestra conciencia, de nuestro ser esencial.

El sentido último de la práctica de la meditación es acabar con el sufrimiento al descubrir una libertad completa e incondicional.

A medida que disminuye el flujo de los pensamientos en nuestra mente bajan los niveles de estrés, nos vamos tranquilizando, serenando y la experiencia se vuelve más placentera, armoniosa y relajada. (Según los psicólogos por la mente de las personas adultas pasa un promedio de 60 mil pensamientos por día!!!)

Simplemente nos dedicamos a observar y observar sin analizar ni descalificar. Dejamos de lado los disparates mentales y las suposiciones y vemos solo lo que es, estamos AQUÍ y AHORA.

Para despertarse, el único camino es la observación. El ir observándose. El ir observándose uno a sí mismo, sus reacciones, sus hábitos y el motivo por el que respondemos así. Observarse sin críticas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad, ni miedo a descubrir la verdad: eso es conocerse a fondo.

Hay un proverbio chino que dice: “Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor.”

El observarte a sí mismo es estar atento a todo lo que acontece dentro y alrededor de uno, como si esto le ocurriese a otra persona, sin personalizarlo, sin juicios ni justificaciones ni esfuerzos por cambiar lo que está sucediendo, ni formular ninguna crítica, ni autocompadecerse. Los esfuerzos que hagamos por cambiar son peores, pues luchamos contra unas ideas, y lo que hay que hacer es comprenderlas, para que ellas se caigan por sí solas una vez que comprendamos su falta de realidad. Hay que cuestionar todo esto para ver si lo comprendemos como una verdad.

Cuando dejamos de atacarnos a nosotros mismos somos libres para apreciar y vivir plenamente cada momento de nuestra vida.

Del libro «Namaste» de Claudio Marquez, Uriel Ediciones

30 comentarios en “Cuando el ojo no está bloqueado”

Gracias enormemente de lo más frofundo del ser , estoy !!!estamos en el aquí y ahora Gracias por tus bellas palabras y tu gran amor te mando el amordivino en ti y en mi abrazos. ….

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