Todo parte desde nuestro propio mundo interior. Reiki nos ayuda en este camino: nos conecta con el líder, sanador, amigo y Maestro que está en el centro del corazón, para cambiar la vibración desde dentro hacia afuera, desde nosotros hacia el mundo.

Mantenerse focalizado en el corazón permite desarrollar el amor incondicional y conectarnos con su poder transformador, en vez de ampliar el poder racional de la mente.

Con Reiki, ya no buscamos afuera un tesoro que está escondido en el interior de nuestro propio corazón, y a su vez, dejamos de acudir a intermediarios entre nosotros y lo divino.

Fluir

Cuando tenemos algún bloqueo en lo personal (sea falta de concentración, angustia o estrés) no hay que focalizarse en esa sensación negativa. Al hacerlo, profundizamos el problema, al emplear los mismos mecanismos de la mente. Hay que aceptar y asumir nuestra condición y conectarnos positivamente con ese estado. Tan sólo dejar ir el estado negativo y no enojarnos ni quedar atrapados con las cosas negativas del mundo.

El punto es la no lucha con nosotros mismos y dejar fluir nuestra propia transformación y evolución.

En los tratamientos, dejar fluir la energía es muy importante, para obtener el máximo de resultado; y no tener estrés, sino relajarnos y permitir que fluya totalmente la energía en forma consciente. Al ser conscientes y sensibles a este fluir de la energía, le damos al otro más energía y, a la vez, la aprovechamos en nosotros al ciento por ciento.

Sin odiar nunca, sin resistir nunca, sin luchar nunca, debemos estar simplemente aprendiendo y siendo.