Cada vez más y más personas están descubriendo que su principal objetivo es ser portador de la luz de la conciencia en este mundo y de usar lo que hacemos como un vehículo para la conciencia.
Para emprender este camino, es necesario estar “conscientes” de lo que pensamos, sentimos, y hacemos. Vivir en el presente con nuestros cinco sentidos, totalmente atentos a todo lo que sucede en nuestro interior y a nuestro alrededor.
Salir de la inconsciencia, conocer nuestra esencia y conectarnos con la Fuente nos llevará hacia una nueva Tierra.
Preparación 1
Reconocer nuestro lugar en el Universo
Nos sentamos en un lugar tranquilo, donde sepamos que no vamos a ser interrumpidos, y nos preparamos tomando conciencia de nuestro cuerpo, relajando las tensiones y centrando nuestra atención en la respiración. Dejamos pasar nuestros pensamientos y aquietamos nuestras emociones haciendo silencio dentro de nosotros.
Sentimos la infinita inmensidad del universo que nos rodea.
Nos vemos a nosotros mismos como una pequeña partícula, semejante a muchos otros miles de partículas que conforman el universo.
Nos damos cuenta que somos tan solo uno de los miles de millones de habitantes de nuestro pequeño globo terráqueo, que es uno de los planetas que giran alrededor de una estrella, el sol, el cual a su vez es uno de los miles de millones de soles que forman una galaxia y las galaxias son incontables.
Tomar conciencia de esto produce en nosotros una “revolución” interna; ya no podemos seguir viviendo y actuando como si fuéramos el centro del universo. Se ha restablecido la verdadera relación y proporción que existe entre nosotros y el universo.
Experimentamos una sensación de expansión, una nueva dignidad. Perdemos nuestro sentido de falsa importancia y de vanidad por los méritos personales.
Nos sentimos en sintonía con el universo al darnos cuenta que estamos hechos de su misma sustancia, de igual modo que una gota de agua está hecha de la misma sustancia que el océano.
Reconocer que somos parte integral del universo nos colma de alegría.
Permanecemos unos minutos contemplando todo esto y luego volvemos a nuestras actividades cotidianas.
Esta meditación nos devuelve a la vida diaria más aplomados y serenos, con una mayor claridad para resolver problemas. Su simple recuerdo nos ayuda a sobrellevar pruebas y tiempos dolorosos.
Se recomienda practicar esta meditación al aire libre, en medio de la naturaleza o mirando la profundidad del cielo pero si esto no es posible quizás podemos buscar inspiración en las fotografías de algún libro de astronomía que sugieren la inmensidad del cosmos antes de realizar el ejercicio