«Mantengámonos alejados de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se reclina ante los niños» Khalil Gibran.
Dicen que la prueba de la sabiduría es la presencia de gozo y paz. Los hunza, un pueblo que habita los Himalayas, tienen una tradición de longevidad.
Para muchos su vida larga y próspera, está llena de secretos alimentos o mágicas pociones. Resulta que entre sus características, los hunza no son considerados maduros hasta que no llegan a los 100 años. Ellos viven hasta los 140 años o más. Las mujeres de 80 años raramente parecen tener más que 40. Disfrutan de una plena salud y una vida activa hasta su muerte. Se puede vivir de otra manera, al menos esa es mi conclusión!
Ahora, existe en la sociedad una clara tendencia a dejar de lado a quienes no representan una fuerza potencial de ventas. Claramente y más allá de todo tipo de constataciones acerca de que la vida humana puede extenderse hasta los 120 años o más, nos han convencido (y nosotros lo creemos) de que el promedio de vida no sobrepasa los 85 años. ¿Qué hay detrás de esta aseveración? ¿Los pueblos longevos son raras excepciones? ¿No será nuestro estilo de vida actual el que no nos permite llegar a vivir en plenitud cada etapa de nuestra existencia?
¿Quiénes tienen un presente homosexual, tendrán un lugar apropiado para vivir?
Pues son todos desafíos que nos aguardan en estos tiempos que vivimos y que me permito volcar en mi libro «La sabiduría de los mayores».