Toda experiencia nos hace crecer más allá de si la etiquetamos como buena o mala. Lo que sentimos como la paz y el amor verdaderos, va siendo condicionado por nuestro propio crecimiento. Lo que una vez nos parecía adecuado, al tiempo ya necesitamos reformularlo. Hoy te propongo este ejercicio, para que puedas sanar tus vínculos:
Mi Ser Superior, mi guía.
Te bendigo. Confío en ti. Te sostengo.
Te bendigo. Confío en ti. Te sostengo.
Te bendigo. Confío en ti. Te sostengo.
En el ser que tengo delante, hay valores que todavía no han sido descubiertos.
En el ser que tengo delante, hay un potencial de amor que todavía no ha sido desarrollado.
En el ser que tengo delante, hay un inmenso caudal de generosidad, de bondad, de energía, que todavía no ha despertado.
Por más insignificantes que nos hayamos sentido, lo reconozcamos o no, esa sensación vuelve a surgir en nosotros una y otra vez. A veces vivimos una vida entera condicionados bajo esa energía que nos detiene y no nos deja ser nosotros mismos.
Cuando nos ponemos a la defensiva, estamos reaccionando en el presente con la carga del pasado.
Cuando envidiamos lo que el otro tiene o hace, nos reconocemos como carecientes de atención y afecto.
Una de las maneras que la sociedad encontró para solucionar este tema es ponernos en la cabeza que el objetivo de la vida es «tener»
Entonces para salir de esa insignificancia casi pre natal, millones de personas buscamos tener más que el otro, algo imposible, que no soluciona nada, pero que mantiene el consumismo, con el que los más despiertos mantienen dormidos a los demás.
Si hubiese un enemigo, ese enemigo es el consumismo.
Si hubiese una salida, esa salida es buscar por todos los medios sentirnos importantes, dentro nuestro, de haber alcanzado esa sabiduría del corazón, esa paz que surge de saberse en el lugar adecuado.
La necesidad de producir anula la pasión de crear. Nos volvimos meros succionadores de bienes y hasta sabemos cual sería el que nos daría la felicidad absoluta, que indudablemente jamás llega. Donde nos perdimos como humanidad en esta historia? Se ignoró la antigua sabiduría transmitida por poetas y por sabios, y se promovió la felicidad a partir de la riqueza material. Sólo por hoy , no te preocupes.
Para vivir en armonía se necesita que cada cual sepa gobernarse a sí mismo y que desde allí pueda aportar y ayudar a los demás. El cuerpo para vivir en armonía necesita de que seamos autónomos, que sepamos integrar hábilmente nuestras emociones, comportamientos y deseos. La sumisión o acatamiento no nace de uno, sino del miedo o la debilidad. Hoy decidamos con consciencia cuidar libremente nuestra casa, nuestra salud, nuestro cuerpo.
Excelente reflexión Claudio!
Merecidas gracias a ti Beba!!!!
Gracias abrazo de luz paz amor
Bendiciones!!!