En este tiempo límite necesitamos convocar a todos.
Nos sentamos en un lugar tranquilo, donde sepamos que no vamos a ser interrumpidos, y nos preparamos tomando conciencia de nuestro cuerpo, relajando las tensiones y centrando nuestra atención en la respiración.
Primero invocamos a los seres del pasado:
Estén con nosotros todos ustedes que se han ido antes, ustedes nuestros antepasados y maestros. Ustedes, que caminaron y amaron, que fielmente cuidaron de esta Tierra, estén presentes para nosotros ahora: que podamos continuar con el legado que nos han dejado. En voz alta o en silencio en nuestros corazones pronunciamos sus nombres e imaginamos sus rostros…

También llamamos a los seres del presente:
A todos ustedes con quienes vivimos y trabajamos en este planeta que se encuentra en peligro, a todos ustedes con quienes compartimos este tiempo límite, estén con nosotros ahora. Compañeros humanos, hermanos y hermanas de otras especies ayúdennos a abrir nuestra voluntad y nuestra sabiduría colectivas. En voz alta o en silencio pronunciamos sus nombres e imaginamos sus rostros…

Por último invocamos a los seres del futuro:
A todos ustedes que vendrán después de nosotros a esta Tierra, estén con nosotros ahora. Todos ustedes que aguardan para nacer en el tiempo por venir, es también por su beneficio que nosotros trabajamos para sanar al mundo. No podemos imaginar sus rostros ni pronunciar sus nombres, todavía no tienen uno, pero vamos a sentir la realidad de su derecho a la vida. Nos ayuda a ser fieles en la tarea que debe realizarse, de modo que para ustedes habrá, tal como lo hubo para nuestros antepasados, un cielo azul, tierras fructíferas y aguas claras.

Permanecemos en silencio durante algunos instantes sintiendo en nuestro corazón la presencia de los seres de los tres tiempos que nos fortalece para llevar a cabo nuestra misión de sanar la Tierra.